martes, 1 de mayo de 2018

Cartas a otros buscadores


Escribo estas líneas, para compartir con todo aquel que sienta dentro de sí, cierto anhelo de no estar separado del resto de las cosas. Puede presentarse con una sensación vaga quizás, permanente o intermitente, intensa o suavecita, siempre presente, o incluso olvidada  en el fondo del saco, de la cartera, como un “puede ser” que algo de eso se haya sentido, en algún lugar, en algún momento.

Quizás observando el mar, contemplando las montañas,  la naturaleza, o en un momento cualquiera, en la calle, en la casa, o escuchando cierta música, uno siente un anhelo de expansión. Algo se empieza a sentir, y uno no sabe bien qué es, ni de dónde viene. Quizás tan imperceptible como el ruido del océano desde la distancia. Y dan ganas de quedarse en silencio escuchando.

Lo llaman “la unidad”,  “el recuerdo del paraíso perdido”,  pero es bien sabido por los buscadores,  que toda palabra no es más que torpeza a la hora de expresar esa sensación, ese anhelo. Quizás un haiku, quizás poesía.

Muchos como yo, aún sienten vergüenza al hablar en público de eso, muchas veces por razones muy válidas. Y cuando hablan, sienten que es ridículo lo que se está haciendo, innecesario, eligiendo  así siempre el silencio, el resguardo de lo privado, el tranquilo placer del perfil bajo.

Pero entonces porqué escribir este texto. Bueno  no se trata de mera necesidad de expresar. ¿Entonces qué?  Simplemente me hice una pregunta.

Imaginemos que estamos subiendo una montaña, algunos en silencio, algunos en grupo, algunos con gurú, otros con alergia a los gurúes, pero todos tratando de encontrar eso que buscan, esa sensación en el pecho, de formar parte de algo más grande que sí mismos. La gotita que se da cuenta que también es océano.

Imaginen que uno de los que sube esa montaña, teniendo en cuenta, que hay muchas otras personas subiendo la montaña, se dice qué pasaría si les escribo una carta, un review al estilo Trip advisor a los otros viajeros, contándoles mis experiencias, mis decepciones, mis esperanzas, mis conclusiones. Todo impermanente, notas en el camino a otros buscadores, que pueden ir dejando a la vez sus notas. Qué aprendí, dónde la pase bien, dónde la pase mal, y qué recomiendo tener en cuenta para quien viaje por aquel camino, por algunos senderos por los que estuve transitando.

Qué pasaría si un montañista, después de pasar mucho tiempo en las montañas, dijera, che tengan cuidado cuando vayan por la ladera norte a tal altura, pues se van a encontrar con una muralla muy difícil de escalar. A no ser que sean del tipo al que le gustan las murallas, vayan por la cara sur, sobre todo en invierno que hay mucho viento. 

Y qué pasaría si otros montañistas se animaran a contar también sus experiencias. Bien, considero que se necesitan algunas reglas para un foro de esta clase. La primera es que no se aceptan gurúes, sino que  para mantener el espíritu de horizontalidad: la comunicación ha de ser de viajero a viajero. Lo segundo es que cada viajero, tenga claro que no se dan consejos sino que se cuentan experiencias. Lo que se dice puede sonar como un  consejo, dado que es un estilo de escritura, pero no hay que olvidar que no son más que recomendaciones, opiniones,  porque de última, todos somos distintos y cada uno tiene que hacer su experiencia.

Y por último, que haya un espíritu de camaradería entre viajeros. 
Sé de comunidades que tienen ese espíritu. Por ejemplo los que navegan por mucho tiempo los mares del mundo en velero, se terminan conociendo, y apoyando.

Con ese espíritu, envío mi carta a otros viajeros, por si para alguno o alguna  de ellos llega a ser de  utilidad. Es un gesto simple pero abierto de alpinista a alpinista.
En este espíritu pluralista, dejo abierto un foro  para que otros viajeros dejen sus experiencias o comentarios del tipo que sea, si quiere. Se puede escribir abajo lo que se quiera en comentarios.

Bien cada semana pondré un ítem diferente, hoy será el cuerpo, ahí va. Es innecesario decir  que no hace falta estar de acuerdo.

El cuerpo

Independientemente de cual sea el camino transpersonal que hayas elegido, no te olvides del cuerpo. Es muy común separar lo espiritual de lo corporal, pero cuando aprendes a incorporar el cuerpo, como una parte importante de tu desarrollo, contarás con su sabiduría.

El tema del cuerpo y el espíritu, es particularmente complejo- He dedicado gran parte de mi trabajo a abordarlo y me falta mucho aún por comprender. Pero de todas formas cuando aprendemos a escuchar  al cuerpo, todo es para mejor.

 Ahora bien qué significa escuchar e incorporar al cuerpo. Muchas cosas. Comentemos la más simple. Las sensaciones se sienten en el cuerpo, un camino transpersonal requiere aprender a sentirse, y se siente en el cuerpo.

Trabajar con el cuerpo implica también aprender a moverse, cuando trabajamos los hábitos por los cuales nos movemos, y la manera en que nos sostenemos contra la gravedad, cuando vamos transitando de un “soporte con tensión”, a un “soporte sin tensión”  puede empezar a cambiar la forma en que nos relacionamos con el mundo.

Preparar el cuerpo para el camino espiritual, dejando  que nos acompañe, es abrirse desde adentro al misterio. Desde la intención del buscador, el cuerpo se vuelve también el camino, no una cosa olvidada en los bosques del apuro. 

Es lo más común encontrar religiones y caminos  que no le dan importancia al cuerpo, en la búsqueda que prosiguen. De hecho es la norma. Se habla del cuerpo como el vehículo, el lugar del pecado que hay que controlar, o eso que hay que olvidar, dejar atrás para dar lugar al espíritu.

Pero quiénes somos nosotros, y qué es el cuerpo, son preguntas que flotan en la atmósfera de las búsquedas de nuestro tiempo, y creo que es una oportunidad que así sea. Creo que son preguntas que hay que considerar,  abriéndonos a  nociones de cuerpo diferente a las predominantes.

El cuerpo como casa del ser, el cuerpo como ser, el cuerpo como existencia, algunas posibilidades a desarrollar, algunas direcciones a considerar para la búsqueda.  Pero de todas maneras, creo que  incluir al cuerpo en la búsqueda no hace más que enriquecerla.