Nadie sabe lo que hay detrás de un "Stop", eso es lo lindo de parar, es un misterio. Es abrirse a la vida y a sus posibilidades, más allá del tubo. Es abrir el velo del presente, y sus vicisitudes. No hay nada que hacer en un "Stop", nada que mejorar, y paradójicamente es una habilidad que requiere práctica y compromiso, sin esperar nada. Claro que la inercia es poderosa. Quién va a querer parar, es peligroso. Y si todo por lo que luchaste se cae, en este momento.
En la medida que vas aprendiendo a parar, lo mejor de ti comienza a expandirse. Y tu "hacer" en el mundo va cobrando un sabor insospechado.
Pero tienes que parar sin condiciones, he ahí la paradoja, y he ahí la maestría que se va cultivando con el parar una y otra vez. Quizás al principio con torpeza, con confusiones, como todo comienzo.
Claro que lleva tiempo, y paciencia. La búsqueda psico-corpo-espiritual del occidente post-moderno (a muy grandes rasgos) está marcada por el apuro. Desde mi práctica como facilitador que trabaja con el sufrimiento humano,me encuentro día a día con un ¡saquenme este dolor! ansioso, como si ese dolor no tuviera nada que ver con lo que hago, con cómo vivo, con cómo pienso, con cómo siento, y tantas cosas más.
No debe haber nada malo con ese apuro. Depende de cada uno, y nadie es nadie para juzgar, son los tiempos de cada uno. Pero si la necesidad de buscar está en ti, si están las preguntas en ti, es una muy buena idea empezar parando.
Hay muchos aliados en este camino, uno de mis más queridos, es el cuerpo.
Puedes escuchar al cuerpo, sabe cosas que la mente no tiene ni remota idea.
Si quieres saber más sobre prácticas relacionadas al parar puedes leer en este blog: "La práctica del "Stop".
Puedes escuchar al cuerpo, sabe cosas que la mente no tiene ni remota idea.
Si quieres saber más sobre prácticas relacionadas al parar puedes leer en este blog: "La práctica del "Stop".